Pues, como veis, otra vez hablando de la alimentación y su asociación con el riesgo cardiovascular. En anteriores entradas (1, 2, 3) ya he señalado los riesgos de las grasas trans, abundantes, por lo general, en los productos procesados.
Primero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de productos ultraprocesados?
Cuando lo hacemos, estamos haciendo referencia a alimentos de producción masiva, ya preparados para comer; como aperitivos empaquetados, comidas preparadas, bebidas azucaradas, panes refinados y carnes procesadas. Estos alimentos contienen lo que se le ha llamado “calorías vacías”. Es decir; un alto valor calórico con muy bajo valor nutricional. Suelen ser altos en hidratos de carbono, grasas saturadas, grasas trans y sal y bajos en fibra. Normalmente se le añades aditivos, conservantes y contaminantes que pueden ser peligrosos para la salud.
Estos alimentos están diseñados específicamente para ser muy atractivos al consumo por precio, su facilidad de preparación, sabor y largo tiempo de conservación.
Aunque cada vez existe una evidencia mayor que los productos ultraprocesados son perjudiciales para la salud, hasta ahora no se había realizado ningún estudio que pusiera de manifiesto si el consumo de este tipo de alimentos aumentaba o no la mortalidad.
El mes pasado se ha publicado en la revista JAMA (Journal of the American Medical Association) de medicina interna un estudio al respecto.
Se trata de un estudio observacional de 44.551 adultos, mayores de 45 años, en un seguimiento entre 2009 y 2017. Sus hallazgos fueros los siguientes:
Por cada 10% de incremento de comidas ultraprocesadas en la proporción total de comidas diarias, existía un 14% más de riesgo de mortalidad por cualquier causa.
Este aumento de la mortalidad puede ser explicado por un aumento del consumo de sal (que aumenta el riesgo cardiovascular y el de cáncer de estómago), alta cantidad de azúcar añadido (aumento del riesgo cardiovascular), escasa cantidad de fibra, gran cantidad de grasas trans y de calorías.
Los alimentos que han sido ultraprocesados a altas temperaturas también pueden contener cancerígenos como la acrilamida. La carne procesada puede aumentar el riesgo de cáncer colorectal y posiblemente el del cáncer de estómago. Además, estos alimentos suelen llevar aditivos perjudiciales para la salud, como dióxido de titanio, que es cancerígeno, aumentando el riesgo de inflamación intestinal crónica y emulsionantes, que cambian la microbita intestinal, lo que favorece la inflamación intestinal de bajo grado, la formación de cáncer y la aparición de síndrome metabólico. Por último, los edulcorantes artificiales pueden también afectar a la microbiota y favorecer el desarrollo de diabetes y enfermedades metabólicas.
Los autores del estudio concluyen que un aumento del consumo de alimentos ultraprocesados se asocia a una mayor mortalidad.
En conclusión: si seguís este blog o leéis sobre alimentación, seréis conscientes de que aún se saben pocas cosas seguras e irrefutables sobre el tema. Siendo así que es un tema en que las recomendaciones varían constantemente, siendo algunas incluso absolutamente contrarias a las otras.
Sin embargo, en lo referente a los alimentos ultraprocesados, parece existir unanimidad total sobre los riesgos que comportan para la salud.