Todos conocemos el significado de efecto placebo, pero de todas formas os lo voy a recordar.
Conocemos como efecto placebo al resultado que produce un sustancia que carece de acción curativa, pero que produce un efecto terapéutico beneficioso si el enfermo la toma convencido de que es un medicamento realmente eficaz. Digamos que la fe del enfermo en el medicamento y en el médico da lugar al efecto placebo.
Todos conocemos casos de personas que han mejorado simplemente por la fe en el médico o en el curandero o mediante tratamientos sin efecto real.
Pero, ¿qué es el efecto nocebo?
El efecto nocebo es el empeoramiento de una enfermedad o la aparición de nuevas dolencias por la expectativa, consciente o no, de los efectos negativos de un tratamiento. Es, digamos, lo opuesto del efecto placebo.
Este efecto nocebo es particularmente frecuente e importante en relación al tratamiento con estatinas (medicación para disminuir el colesterol) y por lo tanto de mucha importancia en cardiología, ya que estos son fármacos que claramente han demostrado una disminución de los eventos cardiovasculares de los pacientes a los que se les prescriben.
El pasado mes de junio, la revista médica The Lancet publica “Lipid-Lowering Arm of the Anglo-Scandinavian Cardiac Outcomes Trial”. Esta investigación, doble ciego y controlada con placebo (ni los médicos ni los pacientes sabían si lo que tomaban era la estatina o una sustancia inactiva), fue inicialmente diseñada para ver los beneficios cardiovasculares del tratamiento con atorvastatina en pacientes hipertensos y colesterol menor de 250 mg/dl.
Tuvo que ser prematuramente terminada al ver que los pacientes que tomaban la estatina tenían una reducción del 36% en los eventos cardiovasculares. Se decidió, dado la alta efectividad del tratamiento, ofrecérselo también a los pacientes que no la tomaban. Para ello el estudio dejó de ser doble ciego y tanto los pacientes como los médicos sabían que estaba tomando atorvastatina.
Hasta ese momento, los efectos secundarios en relación a problemas musculares había sido el mismo, tanto en los pacientes en tratamiento con atorvastatina como en los que tomaban el placebo. A partir del momento en que los pacientes y sus médicos conocen que están tomando el medicamento los efectos adversos musculares aumentaron significativamente.
Recientemente, un nuevo estudio publicado en Science afirma que, así como la buena apariencia de una medicación puede aumentar su eficacia, también aumenta sus efectos secundarios.
La interpretación de esto, es que el paciente percibe que el medicamento mejor presentado o más caro tiene más actividad en general, tanto para la eficacia como también para la mayor aparición de efectos secundarios. Esto lo comprueban colocando una misma crema inactiva, en dos diferentes cajas. Una de mejor aspecto y aparentemente más cara y otra de peor apariencia, posiblemente más barata y parecida a un medicamento genérico. Las emplean para el tratamiento de pacientes con dermatitis atópica y les advierten de la posible aparición de hipersensibilidad y dolor como efecto secundario. Los pacientes que recibieron la crema de mejor presentación referían claramente más dolor que los otros. Los autores del estudio observaron, mediante resonancia magnética, que estos efectos se reflejaban en la activación de determinadas zonas de la corteza cerebral prefrontal, el tronco de encéfalo y la médula espinal y sugieren que dichas zonas neurológicas pueden regular los primeros estadíos del dolor.
Por todo ello, debemos pensar que el efecto nocebo es tan claro y constatable como el placebo. Los pacientes que están advertidos de los posibles efectos secundarios de un medicamento los experimentan más frecuentemente y con más intensidad que los que no los conocen. Además, dichos efectos secundarios, al menos en el caso del dolor, tiene una base neurológica que se puede observar mediante resonancia magnética.
Los médicos somos conscientes de que cuando explicas los posibles efectos secundarios de un medicamento los pacientes son más propensos a experimentarlos.
Entonces,…¿qué debemos hacer?
¿Informar al paciente y exponernos a que presente un efecto secundario que le lleve a abandonar una medicación que puede curarle?
¿No informar y privarle de su derecho a un conocimiento completo sobre cualquier procedimiento terapéutico?
¿Informar y aumentar la posibilidad de que el paciente presente ese efecto secundario?
¿No informar y por lo tanto impedir que el paciente elija libremente?
¿Deberíamos los médicos, según nuestra experiencia y las posibles alternativas, realizar esa elección?
¿Es mejor informar siempre meticulosamente a los pacientes de todo tipo de tratamiento?
¿Deberíamos informar a los pacientes sólo dependiendo de la gravedad del posible efecto secundario?
En resumen: informar o no informar. Esa es la cuestión.
¿Vosotros qué pensáis?
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