Los beneficios de realizar ejercicio físico moderado con regularidad son incuestionables. Disminuye a la mitad la posibilidad de padecer un infarto de miocardio, disminuye la aparición de algún tipo de cáncer, es beneficioso para la depresión y aumenta no sólo la expectativa de vida sino la calidad de la misma.
Por otra parte, se sabe que la realización de ejercicio físico de alta intensidad puede provocar muerte súbita secundaria a alteraciones del ritmo cardiaco, sobre todo en pacientes con cardiopatía de base sin síntomas y no diagnosticada.
Hoy en día hay declaraciones de instituciones oficiales, como por ejemplo las Guías americanas de ejercicio físico, que postulan que cuanto más ejercicio físico se haga se obtiene un beneficio adicional. También existen estudios serios que no detectan ningún riesgo ni perjuicio para los deportistas de alta intensidad. Pero cada vez son más numerosos los estudios que sugieren que existe un nivel de ejercicio físico a partir del cual, si lo sobrepasamos, los efectos beneficiosos del deporte no sólo comienzan a atenuarse o desaparecer sino que puede llegar a resultar perjudicial.
El depósito de calcio en la pared de las arterias ocurre siempre sobre placas de aterosclerosis; es decir en arterias anormales. Este hecho se ha relacionado en multitud de estudios con el aumento del riesgo cardiovascular. El análisis de calcio en las arterias coronarias por TAC se incluye, en la actualidad, en las guías de prevención cardiovascular.
Según un estudio presentado (y aún no publicado) en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología del pasado mes de agosto, los deportistas que corrían menos de 56 km o hacían menos de 150 Km en bicicleta a la semana, presentaban menores depósitos de calcio en las coronarias. Los que superaban estos niveles veían incrementar la calcificación de sus arterias. En el caso de las mujeres, el nivel de calcio aumentaba según la intensidad de ejercicio pero sin llegar a alcanzar al de las mujeres sedentarias. Sin embargo, en el caso de los varones que hacían gran intensidad de ejercicio, el grado de calcificación aumentaba por encima del de los individuos sedentarios.
Esto puede significar un mayor nivel de afectación arterial de los deportistas que realizan ejercicio de alta intensidad. Sin embargo, es cierto que las placas de aterosclerosis encontradas en estos deportistas son de gran densidad, al contrario de las placas blandas que son las que se suelen romper con mayor frecuencia y ocasionar un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular.
Presentar placas de alta densidad, por lo tanto más estables, significa una menor probabilidad de ruptura y de formación de trombos que desencadenen un evento cardiovascular. Por otra parte, parece claro que es mejor no presentar placas que tenerlas (aunque sean relativamente estables), porque producen un estrechamiento de la luz arterial, lo que puede significar un riesgo significativo en situaciones en las que se realiza ejercicio físico de alta o muy alta intensidad.
Los autores del estudio se preguntan por la razón de esa mayor calcificación en el caso de los deportistas de alta intensidad. Especulan con que la inflamación o el exceso de secreción de algunas hormonas que se producen con el ejercicio, como la PTH, puedan ser la causa de dicha calcificación arterial.
En conclusión: sigue sin estar totalmente aclarado si un ejercicio físico de alta o muy alta intensidad puede ser perjudicial desde el punto de vista cardiovascular. Aunque existen estudios que tranquilizan al respecto, cada vez son más los que alertan de la aparición alteraciones que pueden suponer un riesgo para el deportista.
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