Continuando con el reciente artículo de este blog, que vincula el frio con la hipertensión y los eventos cardiovasculares y aprovechando la llegada del verano, nos preguntamos si con los meses de calor tendremos más o menos probabilidades de padecer un infarto de miocardio.
Se han realizado numerosos estudios que relacionan diferentes variables meteorológicas con la aparición de eventos cardiacos.
El primero y más importante, por haberse realizado en nuestro medio, es el estudio PRIMVAC. En este estudio, realizado en 12 hospitales de la Comunidad Valenciana, se concluyó que en los pacientes mayores de 65 años presentaban un mayor número de infartos en los meses más fríos.
Aunque la mayoría de estudios han evidenciado el aumento de los eventos cardiovasculares en los meses de menores temperaturas, también hay otros que los relacionan con cambios extremos de la misma (tanto para el frio como para el calor), con aumentos o descensos bruscos de la presión atmosférica, con la aparición o no de lluvia o nieve y hasta con la radiación atmosférica.
Lo que parece más encaminado a la realidad es que lo que verdaderamente influye en la probabilidad de padecer un infarto son los cambios meteorológicos bruscos y acentuados sobre una población escasamente preparada para afrontarlos.
Así, en la población de la región subártica de Tromsø, en el norte de Noruega, no se evidencia un aumento significativo del número de infartos durante los meses más fríos, dado el excelente acondicionamiento de las casas y de la ropa para dichas condiciones. Por el contrario, en Europa, desde el punto de vista global, sí se objetiva un aumento de la mortalidad cardiovascular en la población con los hogares más fríos y con menos ropa de abrigo, cuando bajan las temperaturas de la zona.
En conclusión: el aumento de los eventos y mortalidad cardiovasculares no guardan tanta relación con los valores absolutos de temperatura, sino de los cambios bruscos de la misma y de su repercusión en la población de lugar, dada la mejor o peor preparación de esta para protegerse de los cambios climáticos.
En nuestro medio, en la zona Mediterránea, con temperaturas templadas, se evidencia un aumento del número de infartos en los meses de invierno, quizá por la inadecuada preparación de la población para afrontar el frío.
Por lo tanto, el verano es también una buena noticia desde el punto de vista cardiovascular.
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