Todos estamos acostumbrados a cruzarnos con personas caminando con rapidez. Muchas veces se tratan de personas de edad avanzada, a veces solos o también en pareja, normalmente bien equipados con ropa deportiva y unas buenas zapatillas. Los vemos concentrados en esa actividad y somos conscientes que para ellos es una actividad importante. Entonces nos preguntamos si es que tendrán algún problema del corazón y su médico se lo ha prescrito o sencillamente lo harán por el placer de hacer algún tipo de ejercicio físico.
En cualquier caso, somos conscientes que lo que están haciendo es beneficioso para su salud. Pero, ¿realmente lo es?, ¿hasta qué punto?
En este mismo blog ya he tratado en dos ocasiones anteriores los beneficios que aporta el caminar a nuestra salud (1 y 2)
Recientemente, se ha publicando un estudio, centrado en adultos de edad avanzada (edad media de 69 años al ingreso en el estudio), que trata de analizarlo y los resultados no sorprenden. Apoyan con claridad la idea de que caminar, por poco que sea, disminuye nuestro riesgo de muerte precoz.
Las recomendaciones actuales cifran en 150 minutos a la semana de ejercicio moderado o 75 minutos de ejercicio intenso, el tiempo necesario para que nuestra salud obtenga se vea beneficiada.
Se considera un ejercicio de moderada intensidad el caminar a suficiente velocidad como para comenzar a tener una respiración ligeramente agitada. Suele corresponder a una velocidad aproximada de 5 Km al la hora.
El presente estudio rebaja el tiempo necesario semanal para encontrar significativos beneficios, de los 150 min previos a sólo 120; aunque constata que tiempos incluso menores siguen disminuyendo la mortalidad con respecto al grupo que no realiza ningún ejercicio físico. La mayor reducción de mortalidad se encuentra en el grupo que camina entre 4 a 6 horas a la semana. Caminar o hacer un nivel mayor de ejercicio no reporta mayores reducciones del riesgo.
Los sujetos inactivos presentan un riesgo un 26% mayor que los caminaban algo, aunque menos de las dos horas a la semana recomendada. En el otro extremo, los que hacían un mayor nivel de ejercicio reducían su riesgo un 20% adicional.
Esta reducción del riesgo afecta a la mortalidad total, englobando a las enfermedades respiratorias, a las cardiovasculares y en menor medida, al cáncer.
Caminar se ha descrito como el ejercicio perfecto porque es simple, gratis, todo el mundo sabe hacerlo, no requiere equipamiento especial y puede ser realizado a cualquier edad.
En conclusión: el hábito de caminar con regularidad se asocia con un indiscutible aumento de la longevidad.
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