Ya estamos otra vez con el tema del alcohol. Sí es bueno, si protege o no contra el infarto y los problemas cardiovasculares. A que dosis es beneficioso y a cual perjudicial. Si se debe de excluir absolutamente de cualquier dieta saludable. Y si debemos de ocultar que hay estudios serios que indican que puede ser beneficioso a bajas dosis, ante el riesgo de que la gente lo vea como un permiso para tomarlo y lo hagan de forma excesiva.
Voy a intentar contestar a estas preguntas una a una:
- El alcohol a dosis bajas o moderadas no se relaciona con perjuicios para la salud, en individuos sin patología ni conductas adictivas asociadas, a excepción de la discutida asociación con la presencia de fibrilación auricular (que comentaremos más tarde)
- Por supuesto, en adultos, se considera que hasta 250 ml de vino al día en varones o 200 ml en mujeres sería un consumo aceptable. En otros licores habría que encontrar la cantidad equivalente de alcohol.
- Yo, personalmente y avalado por los estudios al respecto realizados no soy partidario de erradicar absolutamente el consumo de alcohol, aunque sí tomarlo con moderación.
- Desde el inicio de los estudios que sugerían una cierta mejoría del riesgo cardiovascular, los médicos hemos sido muy reacios a comunicárselo a nuestros pacientes, ante la abrumadora evidencia de efectos negativos del alcohol sobrepasados unos límites. Pensamos que la recomendación por nuestra parte, haría mucho más fácil superar esos límites e incluso hacer que jóvenes se iniciaran precozmente en el alcohol. Pero de todas formas, creo que ocultar información no es nunca una buena forma de educar a nuestros pacientes. Pienso que ellos deben también hacerse responsables de su salud y que los médicos no deberíamos adoptar una actuitud paternalista con ellos, asumiendo que no van a hacer las cosas adecuadamente si abrimos algo la mano. Es como cuando dudamos en decirles a nuestros hijos que un día especial pueden saltarse su hora de estudio, ante el temor que eso lo hagan una costumbre. Es el típico refrán “le di la mano y se cogió todo el brazo”.
Con anterioridad escribí dos post al respecto.
El primero de ellos, de febrero del 2015, en el que concluían que a pesar de que el consumo excesivo de alcohol es indudablemente perjudicial para la salud, cada vez es más evidente que beber alcohol moderadamente aporta beneficios para nuestro corazón y alarga la supervivencia.
El segundo, de enero de este mismo año, tras la publicación de una revisión en la que se evidenciaba un un aumento de la incidencia de fibrilación auricular, incluso con moderadas cantidades de alcohol, señalo que sería necesario valorar globalmente el papel del alcohol en nuestra salud cardiovascular en conjunto, no sólo en su aparente vertiente protectora (a bajas dosis) frente al infarto, sino también poder conocer a partir de qué cantidad de alcohol ese posible beneficio se torna en desventaja y si el papel protector de las bajas cantidades de alcohol justifican el riesgo de mayor aparición de fibrilación auricular.
Ahora, un nuevo estudio en 22.824 pacientes, evidencia que los pacientes que toman de 1 a 4 debidas alcohólicas al día tienen un menor riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca, con una máxima reducción en los que toman 20 gramos al día de alcohol. Por otra parte, no se detecta ninguna asociación entre el consumo de alcohol y la aparición de fibrilación auricular.
Por lo tanto, los autores concluyen que el consumo moderado de alcohol se asocia a una menos incidencia de insuficiencia cardiaca y no se relaciona con el desarrollo de fibrilación auricular.
Entonces, después de todo este rollo… ¿qué?
Pues, efectivamente, como os imagináis, no está del todo claro.
Desde mi punto de vista y tras toda la evidencia existente, recomendaría que quienes tomaran habitualmente una cantidad moderada de alcohol y no hubieran tenido problemas de arritmias, lo siguieran tomando en igual medida. En cambio, hoy por hoy, no recomendaría comenzar a consumir alcohol a quienes si no lo hacían con anterioridad como medida de prevención cardiovascular, dadas las lagunas existentes y los riesgos posibles.
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