Los futbolistas Yair Clavijo (2013), Fabrice Muamba (2012, milagrosamente recuperado), Piermario Morosini (2012), De Nigris (2009), Antonio Puerta y Daniel Jarque. Los fondistas Daniel Langdon, Rick Brown y John Fenlon (Carrera y Maratón), Jón Páll Sigmarsson (islandés, ganador del Hombre Más Fuerte Del Mundo en cuatro ocasiones), son sólo un ejemplo de deportistas, aparentemente sanos y entrenados, que han muerto repentinamente sin que nada haya podido prevenir el fatal desenlace.
Actualmente, se sabe que los adolescentes y adultos jóvenes que realizan algún tipo de deporte competitivo, tienen dos veces y medio más riesgo de muerte súbita que la población general. Los deportes acíclicos, es decir, con bruscos cambios de ritmo, son los que presentan mayor riesgo.
En España, hasta la fecha, no existen datos fiables pero se estima que entre 40 y 50 deportistas fallecen cada año de muerte súbita. En el 30% de ellos no es posible determinar la causa.
Recientemente ha nacido el “Estudio español de muerte súbita relacionada con el deporte” (2012) y este mismo año, la FIFA también crea un registro de muerte súbita de futbolistas. Ambas iniciativas pretenden aportar más luz sobre la magnitud del problema.
Teniendo en cuenta que incluso deportistas de élite sometidos a reconocimientos médicos exhaustivos mueren de forma súbita, debemos preguntarnos: ¿es posible prevenirla?.
Según el registro del estado español de Muerte Súbita en Deportistas, desde 1995 al 2006 se determinaron 180 casos de muerte súbita con una abrumadora mayoría de varones, en varios tipos de deportes (fútbol, ciclismo, atletismo, fútbol sala, deportes de frontón y educación física). La causa más frecuente con un 75.43% de casos en mayores de 30 años, fue la cardiopatía isquémica, es decir, el infarto de miocardio. En los menores de 30 años, en cambio, la mayoría de fallecimientos fue de origen indeterminado (27,45%), que corresponde a la llamada muerte súbita cardíaca o arrítmica con corazón estructuralmente normal. Se ha demostrado que en muchos casos la alteración se encuentra a nivel molecular, en los canales de los electrólitos que determinan el impulso cardíaco (en todos ellos se han podido demostrar alteraciones con pruebas moleculares en los canales de sodio, de potasio o de calcio). Por tanto, dichos pacientes pudieran haber sido diagnosticados previamente, bien con estudios específicos (ECG, Holter, estudios electrofisiológicos) o bien con estudios genéticos, de los que se espera que sean capaces de detectar hasta el 80% de estas alteraciones.
Desde 1971, la legislación italiana exige a todos los atletas someterse a una evaluación clínica anual para obtener la aprobación para su participación en deportes competitivos. A partir de 1982 es obligatorio que los atletas de entre 12 y 35 años pasen por un screening, que incluyen un detallado historial clínico, exámenes físicos y un electrocardiograma; si en las pruebas se descubre un problema cardíaco se impide al paciente competir. Tras 20 años de seguimiento se ha determinado que dicho screening realizado antes del desarrollo de una actividad deportiva competitiva, ha contribuido a reducir en un 89% el número de estos fallecimientos entre los atletas.
Basándose en la experiencia italiana, la Sociedad Europea de Cardiología recomienda en un documento de consenso del 2005 la realización de una evaluación de todos los atletas jóvenes que vayan a realizar un deporte competitivo, que deberá incluir, al menos, una historia clínica, una exploración física y un ECG. En los últimos años existen muchos especialistas que apoyan la necesidad de la realización también de un ecocardiograma, dada su capacidad de diagnosticar problemas potencialmente peligrosos y que de otra forma podrían pasar inadvertidos.
Por el contrario y aunque resulte llamativo, el papel de la prueba de esfuerzo en la valoración de deportistas en estudios pre-participación deportiva permanece controvertido, no estando recomendada actualmente su realización como medio de screnning.
De esta forma, mediante la realización de un adecuado estudio del deportista y aunque no es posible prevenir el 100% de los casos de muerte súbita, sí somos capaces con un simple estudio previo, de disminuir de forma muy importante el número de jóvenes que año tras año fallecen por esta causa.
Manuel dice
Me ha gustado mucho, me encantan que le apasione
lo que hacen. Un abrazo
Javier dice
Muchas gracias, Manuel.
Covadonga dice
Uff!!! Menos mal que yo no hago ejercicio
Javier dice
Jajaja. Pues deberias!!
lucía dice
Qué interesante! Y menos mal que yo tampoco soy deportista! Jajaja!
Javier dice
Otra que tal… -:)
Damián dice
Gracias Javier por los artículos… Lo mejor no es si hacer o no deporte sino más bien, tenerte a ti como experto en el tema y que cada uno decida.
Saludos.
Damián.
Javier dice
Gracias. Es lo que pretendo. Informar y que luego cafa uno decida. El miércoles próximo tendras otro artículo que te interesará.
Javier Ossa Mira dice
Muchas gracias por sus importantes artículos
Cordial saludo
¿Cómo debería ser el examen físico y qué pruebas o ayudas diagnósticas deberíamos practicar a quienes acuden a nuestra consulta para que les autoricemos el ingreso al gimnasio o a la práctica deportiva?
Gracias
Javier dice
Disculpa por la tardanza en contestar. El post de esta semana puede responder a tus preguntas. Un saludo.