Las estatinas son unos excelentes fármacos mediante los cuales estamos consiguiendo una reducción importante de los niveles de colesterol, de los eventos cardiovasculares (ictus, infarto de miocardio, angina de pecho) y también de la mortalidad cardiovascular. Pese a ello, son fármacos no desprovistos de efectos secundarios, como la práctica totalidad de los medicamentos que tienen algún efecto de algún tipo.
Estos efectos secundarios se han sobredimensionado de tal manera que es muy frecuente el paciente al que, en el momento de pautarle estatinas en el tratamiento, me pide que le de algo más suave por temor a esos efectos secundarios.
Yo soy un firme defensor del tratamiento con este tipo de fármacos, ya que estoy convencido de que cuanto más reducimos el nivel de LDL-colesterol en sangre, menos eventos cardiovasculares tenemos.
Para apoyar, de alguna forma, el que los pacientes que los necesiten tengan una mejor adherencia y predisposición al tratamiento con estatinas, aprovecho para presentar un reciente estudio publicado en el European Heart Journal of Cardiovascular Pharmacotherapy, en el que aparentemente los pacientes que consumían estatinas previamente al ingreso hospitalario por COVID-19, presentaron una mortalidad hospitalaria un 22% menor que los pacientes que no los tomaban (19.8% vs. 25.4%). Y aún más; los pacientes que los siguieron tomando durante su ingreso hospitalario presentaron una mortalidad todavía menor.
En conclusión: el tratamiento con estatinas previo al ingreso hospitalario por COVID-19, es capaz de disminuir, aparentemente, la mortalidad hospitalaria de esta enfermedad.
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