Desde que se describió el infarto agudo de miocardio los cardiólogos hemos buscado una forma que nos permitiera saber, de forma fiable, si un paciente que nos consultaba por un dolor en el pecho podía padecer un infarto agudo de miocardio.
Teniendo en cuenta que el electrocardiograma no es absolutamente inequívoco, sobre todo si cuando vemos al paciente ya no presenta dolor o si el infarto es muy pequeño, hace ya muchos años que se desarrollaron pruebas de analíticas para confirmar el diagnóstico.
Inicialmente, se medía el nivel de una enzima, la creatinfosfokinasa (CPK ó CK). El problema de esta prueba era que tardaba mucho en elevarse lo suficiente en sangre, no era específica del infarto (ya que se elevaba en cualquier tipo de daño muscular) y no era capaz de detectar infartos pequeños.
Para aumentar la especificidad del test se pasó a determinar la CK-MB, que era la isoenzima específica del músculo cardíaco. De esta forma se aumentó algo la fiabilidad del test, aunque no demasiado. Además, continuaba tardando mucho en elevarse en sangre, por lo que se seguía retrasando la toma de decisiones con el paciente. Tampoco era adecuada para detectar infartos de pequeño tamaño.
Se produjo un gran salto para descartar o confirmar la existencia de un infarto cuando se desarrollaron test capaces de determinar los niveles de Troponina. Se trata de una proteína que se libera a sangre cuando existe daño muscular. Las isoformas T2 e I3 son muy específicas de los miocitos o células del músculo cardíaco. En este punto, logramos un gran fiabilidad para confirmar o descartar la existencia de un infarto de miocardio en un paciente que nos consultara por dolor precordial, pero quedaban dos problemas pendientes:
- habíamos acortado las 12 horas de espera de la CK a sólo 6, pero aún no es suficiente, ya que el tiempo es absolutamente crucial en el tratamiento del infarto.
- todavia no se podían detectar daños miocárdicos muy pequeños.
Desde hace pocos años, contamos con nuevos test diagnósticos que son capaces de determinar niveles muy bajos de Troponina. Los llamamos Troponina ultrasensible (hs-cTnT). Estas determinaciones han llevado a una importante mejora en el diagnóstico precoz de los pacientes portadores de un infarto de miocardio, aunque este sea de muy pequeño tamaño, ya que somos capaces de confirmar o descartar su existencia, con gran seguridad, tan sólo a las 3 horas del inicio del cuadro.
A propósito de este tema se ha publicado recientemente un meta-análisis en la revista Annals of Internal Medicine a raíz del estudio de 9241 pacientes integrantes de 11 grupos distintos. Este estudio determina que, si clasificamos como grupo de bajo riesgo a los pacientes que consultan por dolor precordial, con ECG normal y hs-TnT < 0.005 a las 3 horas del inicio del cuadro, sólo un 0.5% de estos pacientes presentó un infarto en los 30 días posteriores y ninguno de ellos falleció.
Conclusión: la Troponina T ultrasensible es un marcador rápido y fiable para descartar la existencia de un infarto de miocardio y por lo tanto debería ser incorporada a todos los servicios, hospitalarios o no, que traten urgencias médicas.