Hasta hace poco tiempo desaconsejaba a mis pacientes la práctica de yoga o pilates como único tipo de ejecicio físico. Muchos de ellos, al preguntarles si hacían algún tipo de ejercicio físico regular, me comentaban que sólo realizaban alguno de estos dos.
Siempre he sido un escéptico sobre las cualidades del yoga para mejorar la salud cardiovascular. También he de reconocer que mi información sobre la buena práctica del yoga era más bien escasa y sesgada.
Recuerdo a mi madre cuando llegaba de sus clases y me decía: “hoy he conseguido ponerme en esta posición o en esta otra» y se ponía con las piernas que parecían un ocho; o también: “mi profesora tiene una elasticidad increíble”. La verdad es que este y poco más era mi conocimiento del yoga. Además, ni durante la carrera, ni después en la especialidad o en los congresos a los que asistes, nadie relaciona yoga con la salud cardiovascular.
De ahí mi sorpresa cuando leí un artículo, publicado en enero de este año, en una prestigiosa revista de cardiología. A partir de ahí me puse a investigar por mi cuenta.
Este artículo científico nos dice que las técnicas de control de la respiración, junto a los ejercicios característicos y las técnicas de relajación del yoga pueden ser beneficiosas para personas con enfermedad cardiaca y también para otras enfermedades crónicas. Produce un aumento de la capacidad pulmonar, disminuye la tensión arterial, la frecuencia cardiaca, la ansiedad y aumenta la resistencia física.
En la misma línea de esto, el Instituto HeartMath de California ha desarrollado lo que denomina “coherencia cardiaca”. Según esta técnica usando unos modos y pautas de respiración muy parecidas a la que se realiza en ejercicios de meditación milenarios, se consigue regular el ritmo cardiaco de forma que aumenta “la variabilidad de la frecuencia cardiaca”
La variabilidad de la frecuencia cardiaca es, a groso modo, la diferencia que se produce entre los momentos de mayor y de menor frecuencia cardiaca. Se asocia una baja variabilidad, es decir; ritmos muy estables y uniformes, con problemas cardiacos,
Según esta técnica de respiración por coherencia, cuando alcanzamos las seis respiraciones por minuto, con fases de 5 segundos para cada inspiración y espiración logramos una máxima eficacia para aumentar la variabilidad cardiaca y conseguimos un buen control del estrés y de la ansiedad en tan sólo 5 minutos de ejercicio. Se aconseja repetirlo tres veces al día.
Siguiendo con el mismo tema, la meditación en general se ha relacionado en numerosos estudios con beneficios psicofísicos, como una mejoría de la concentración, de la memoria, de la inteligencia emocional, incluso aumento del cociente intelectual, modificación de la actividad neuronal, disminución del estrés y de la ansiedad, disminución de la presión arterial e incluso mejoría del sistema inmune.
Pues tras todo esto que os he contado y de otros muchos estudios que existen acerca del tema he cambiado parcialmente de opinión. Aunque sigo recomendando a mis pacientes que realicen algún tipo de ejercicio dinámico de forma regular, admito que el yoga y otras técnicas de meditación y relajación pueden tener su papel añadido en el tratamiento de los paciente portadores de una enfermedad cardiaca. Este tipo de pacientes suelen presentar un alto nivel de estrés y de ansiedad, que pueden agravar determinados problemas cardiacos como la hipertensión, las arritmias, la insuficiencia cardiaca y la cardiopatía isquémica (angina de pecho e infarto).
Entonces, ya sabeis. Cuando veáis a alguien sentado en el suelo sobre sus piernas, muy quieto y quizá entonando algo así como “OM” o simplemente en silencio, ¡no le molestéis!, puede tratarse de un enfermo de corazón en su sesión diaria de tratamiento.