¿Cuál es la tensión arterial normal?¿Sabemos realmente cual es la presión que debemos tener para prevenir problemas cardiovasculares?
Estas son preguntas con respuestas que están cambiando a gran velocidad. La tendencia es a considerar valores cada vez más bajos como los más saludables.
Está ocurriendo algo similar al colesterol, en el cual se suceden trabajos en los que se evidencian mayores beneficios cuanto más bajo es la cifra de LDL y además sin efectos secundarios asociados a esos niveles tan bajos.
Con la tensión está ocurriendo lo mismo. Aunque en este caso sí existen niveles por debajo de los cuales no se puede disminuir más la tensión arterial, ya que aparecen síntomas asociados como astenia intensa o mareos.
Ya hablamos de este tema en el post publicado en septiembre del 2015, a raíz de un importante estudio publicado por la prestigiada revista médica “The New England Journal of Medicine (NEJM)”: el estudio SPRINT.
En este estudio se concluyó que, entre los pacientes con alto riesgo cardiovascular, pero sin diabetes, alcanzar con el tratamiento unas cifras de tensión arterial inferiores a 120 mmHg, si lo comparamos con tensión inferior a 140 mmHg (que son los valores actualmente aconsejados), resultó en una menor aparición de eventos cardiovasculares y de muerte por cualquier causa. Sin embargo, es cierto que este grupo de tratamiento intensivo presentó más efectos secundarios.
Este estudio, como todos los que cambian radicalmente una forma de actuación muy consolidada, fue muy criticado por la ausencia de pacientes diabéticos y por la metodología empleada para la medición de la tensión arterial. Aceptar la certeza de las conclusiones de este estudio supondría una pequeña revolución en el tratamiento de la hipertensión y acarrearía un mayor gasto sanitario y aparición de efectos secundarios en los pacientes.
Pero al final, como en casi todo, la verdad se abre camino. Los médicos continuamos investigando y cada vez tenemos más evidencia de la realidad de las conclusiones del estudio SPRINT.
Recientemente, una revisión y meta-análisis publicado en The Lancet en enero de 2016 y otro estudio randomizado, publicado en el Journal of American Medical Association (JAMA) en agosto de 2016 llegan a conclusiones similares.
Según el meta-análisis de The Lancet, la disminución intensiva de la presión arterial produce una mayor protección vascular que el tratamiento estándar. Además, en los pacientes de alto riesgo se produce un beneficio adicional, incluso en aquellos que basalmente tiene ya una tensión arterial inferior a 140 mmHg. También concluyen que el beneficio neto obtenido de este tratamiento intensivo es importante.
El estudio publicado este pasado mes de agosto en JAMA concluye que tratar a pacientes mayores de 75 años para conseguir presiones arteriales inferiores a 120 mmHg, comparado con menores de 140 mmHg, produce un menor número de eventos cardiovasculares y de muerte por cualquier causa.
Conclusiones: cada vez existe mayor evidencia de que tener cifras de tensión arterial por debajo de 120 mmHg previene la aparición de eventos cardiovasculares y de muerte. Los que trabajamos en este campo deberíamos intentar llegar a un consenso lo antes posible con nuevas recomendaciones, no sólo de qué cifras de tensión arterial deberían ser nuestro objetivo para los pacientes hipertensos, sino también cuál es la definición de hipertensión y por lo tanto quienes deberían ser tratados.