La testosterona es una hormona que se produce en los testículos con una función anabolizante. Aumenta la masa muscular, el vello corporal, la líbido y la agresividad. Aparece en niveles significativos en la pubertad del varón y va disminuyendo progresivamente a partir de los cuarenta años.
Hoy en día cada vez es mayor el número de varones con un déficit precoz de esta hormona y a ello contribuye de forma significativa el estrés de nuestra vida actual. Disminuir el nivel es estrés, aumentar el tiempo de sueño y el ejercicio físico producen aumentos de esta hormona.
Hasta la fecha se pensaba que el tratamiento hormonal sustitutivo a varones con niveles bajos de testosterona incrementaba el riesgo cardiovascular. Así concluyen dos estudios, el primero publicado en JAMA en 2013 y el segundo en PLOS one en enero del 2014. De hecho, la Fundación Española del Corazón así lo comunicó en una nota de prensa en julio del 2014.
Por otra parte, ya en abril del 2012 un estudio publicado en The Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism sugiere lo contrario. A este estudio se le sumaron con posterioridad otros dos: uno del European Journal of endocrinology de 2013 y otro del Annals of Pharmacotherapy en mayo del 2014, que también sugerían un efecto más protector que perjudicial del tratamiento hormonal sustitutivo con testosterona.
Un reciente estudio presentado en el Congreso del American College of Cardiology, que acaba de finalizar, va más allá y demuestra que los pacientes que recibieron testosterona para paliar un déficit de esta hormona tenían un 80 por ciento menos de riesgo de sufrir un evento cardiovascular grave.
El estudio fue realizado en paciente que presentaban una enfermedad coronaria severa y los beneficios del tratamiento de sustitución con testosterona en gel o inyectada se evidenciaron no sólo al año de tratamiento, sino que persistieron a los tres años.
Este estudio concluye por tanto que el tratamiento hormonal sustitutivo con testosterona para conseguir valores normales en sangre en pacientes con déficit de esta hormona no sólo no aumenta el riesgo cardiovascular sino que protege del infarto o el ictus y muerte a enfermos coronarios.
En conclusión: de ahora en adelante deberemos quizá en pensar en considerar a la falta de testosterona como un factor de riesgo cardiovascular que puede ser tratado con éxito mediante tratamiento sustitutivo.