Caminar es uno de los mejores ejercicios desde el punto de vista cardiovascular. Consiste en un ejercicio mayoritariamente dinámico, accesible a prácticamente cualquier edad, que no necesita aprendizaje ni instalaciones especiales y de escaso impacto negativo en el sistema locomotor. Además, se puede practicar sólo o acompañado y es posible realizarlo en casi cualquier lugar.
Múltiples estudios han demostrado el beneficio de caminar sobre nuestra salud cardiovascular, alguno de ellos lo hemos reflejado en este blog con anterioridad.
Recientemente se ha publicado un estudio en el que la velocidad a la que somos capaces de caminar se puede utilizar de una forma fiable para valorar el estado de salud de un individuo, de su riesgo de dependencia y su posibilidad de supervivencia a largo plazo.
En la acción de caminar influyen muchos sistemas: la fuerza muscular, el sistema locomotor, el equilibrio e incluso el sistema cognitivo. De hecho, hoy en día se emplea con asiduidad para la valoración de la fragilidad de un individuo.
Una reducción de tan sólo 0,1 metro por segundo en nuestra velocidad de caminar, aporta importante información sobre sujetos de avanzada edad. Información que va más allá de la edad cronológica, sexo, enfermedades asociadas y de valoración del individuo de su propia situación.
Existen dos test al respecto que los médicos utilizamos normalmente para la valoración del estado funcional y la fragilidad de los pacientes. Son el test de la marcha de 6 minutos, que consiste básicamente en recorrer la mayor distancia posible en 6 minutos y el test de caminar 5 metros.
El primero de ellos se utiliza fundamentalmente para valorar la capacidad funcional en enfermedades cardiorespiratorias y el segundo en la valoración de la fragilidad de un paciente.
En conclusión: nuestra capacidad de caminar más o menos rápido aporta información muy importante a la hora de valorar nuestro estado de salud global y también de predecir nuestra supervivencia.