Ha habido bastantes novedades durante el pasado año en cuanto a actitudes dirigidas a mejorar la prevención de enfermedades cardiovasculares. Voy a hacer referencia a las principales, basándome en una revisión publicada en el European Heart Journal, el pasado 2 de enero.
Ejercicio físico
El sedentarismo aumenta el riesgo cardiovascular mientras que el ejercicio físico dinámico (aeróbico) lo disminuye. Este tipo de ejercicio físico aumenta la actividad y la longitud de los telómeros, muy importantes para prevenir el envejecimiento y promover la regeneración celulares.
No ocurre igual con el ejercicio estático.
Estrés
El estrés laboral también destaca como un importante factor de riesgo cardiovascular en pacientes con enfermedad cardiometabólica preexistente. Aumenta dicho riesgo de una forma tan importante como la que existe entre fumadores y exfumadores o como el achacable a la HTA, obesidad, a la elevación del colesterol total, al sedentarismo o al elevado consumo de alcohol. Este riesgo continúa elevado en pacientes con enfermedad cardiometabólica (enfermedad coronaria, ictus, diabetes) que han conseguido el adecuado control del resto de objetivos terapéuticos (vida saludable, control de la TA y del colesterol).
También el bullying y la violencia en el trabajo son importantes factor de riesgo cardiovascular.
Obesidad
El aumento de la circunferencia abdominal se asocia a un aumento del riesgo cardiovascular de forma lineal.
No existe hasta el momento un dieta que se demuestre realmente efectiva para perder peso a largo plazo.
Un nuevo fármaco la Lorcaserina, que disminuye el apetito, produce una pérdida de tan sólo 2 Kg a los 3 años de haber empezado el tratamiento, sin evidencias un aumento del riesgo cardiovascular.
Suplementos alimenticios (Omega 3, Vitamina D3)
Por otra parte, los estudios que se han ocupado de suplementar la dieta con ácidos grasos omega-3 o con vitamina D, no han obtenido resultados positivos. No se demuestra ningún beneficio en utilizar estos suplementos en la dieta, con el fin de disminuir el riesgo cardiovascular.
En cambio, altas dosis diarias de un ácido graso omega-3 (4 g de ácido eicosapentaenoico (EPA)), demuestra en el estudio REDUCE-IT, una disminución del riesgo cardiovascular en pacientes con enfermedad cardiometabólica e hipertrigliceridemia a pesar de seguir tratamiento con estatinas.
Sal
El importante consumo de sal aumenta el riesgo cardiovascular por el aumento asociado de la tensión arterial. También el aumento del consumo de sal y el aumento de la proporción de sodio / potasio en la alimentación, aumenta el riesgo de ictus.
Café
Tomar café en pequeñas o moderadas cantidades (1 o 2 tazas) disminuye el riesgo cardiovascular según el resultado de varios estudios, por lo que debería incluirse como parte de un hábito cardiosaludable.
Contaminación
La polución ambiental aumenta el riesgo cardiovascular. Un estudio demuestra que los efectos beneficiosos de caminar diariamente no se producen en los individuos que lo hacen en un entorno urbano contaminado, en comparación con los que lo efectúan en el campo.
Tabaco
Mucha gente sigue pensando que fumar un sólo cigarrillo diario no es peligroso. Recientemente, se ha comprobado que en fumadores de un sólo cigarrillo el riesgo de padecer una enfermedad cardiaca aumenta un 48% y de presentar un ictus un 25%, con respecto a los que nunca han fumado. También se ha demostrado, que estos fumadores de un sólo cigarrillo diario tienen entre el 40 y 50% del riesgo de los que fuman 20 cigarrillos diarios. No existe un nivel de bajo riesgo en cuanto al consumo de tabaco. Por lo tanto, la única actitud posible es el cese absoluto de consumo de tabaco y en ningún caso la disminución del mismo.
Por otra parte los efectos beneficiosos de dejar de fumar se producen tanto en el grupo de pacientes de no ganan peso, como en los que aumentan de peso después de abandonar el tabaco.
Dislipemia
En el 2018 destacó el estudio ODYSSEY con alirocumab (anticuerpo monoclonal inhibidor de PCKS-9). Demostró una reducción extra de los eventos cardiovasculares cuando se utilizaba añadido al tratamiento con dosis máximas de estatinas (atorvastatinas o rosuvastatina).
También destacó el estudio REDUCE-IT mencionado con anterioridad.
Diabetes
Por primera vez existen dos grupos terapéuticos de fármacos para tratar la Diabetes Mellitus, tipo 2, que demuestran la disminución del riesgo cardiovascular: los SGLT2 (empaglifozina y dapaglifozina), sobre todo a nivel de la disminución de los eventos coronarios y de la insuficiencia cardiacas y los GLP-1 (liraglutida) en la disminución de los ictus.
Hipertensión arterial
Se introduce la posibilidad de la realización de denervación renal como un medio para el control no farmacológico de la hipertensión arterial, aunque hace falta seguimiento de estos pacientes por tiempo más prolongado para ver su eficacia a medio plazo.
Anticoagulación / Antiagregación
Se descarta la aspirina para la prevención primaria (paciente con riesgo pero sin enfermedad cardiovascular conocida) porque el exceso de hemorragias digestivas sobrepasa la modesta reducción de eventos cardiovasculares.
Sin embargo, se confirma el beneficio de su utilización, sobre todo en combinación a bajas dosis de anticoagulantes directos, inhibidores del factor Xa (Rivaroxaban), para la prevención secundaria. Es decir; en pacientes con enfermedad cardiovascular conocida.
Inflamación
Por primera vez se ha comprobado que tratar la inflamación asociada a pacientes que han presentado un síndrome coronario agudo y presentan niveles elevados de PCR (> 2 mg/L) con canakinumab (anticuerpo monoclonal para la interleucina Beta1) disminuye la aparición de nuevos eventos cardiovasculares.
En conclusión, este pasado año nos ha traído importantes novedades en cuanto a la prevención cardiovascular, especialmente llamativos los relacionados con el estrés, la contaminación, el tabaco, el café y la inflamación.