La sociedad de los países desarrollados ha visto como la esperanza y la calidad de vida de su población ha mejorado progresivamente, debido no sólo al avance de la medicina sino también a la concienciación de la gran importancia de llevar una dieta saludable, protegerse de productos nocivos, abandonar el sedentarismo y realizar ejercicio físico.
Es indudable el valor de todas estas medidas preventivas para la prevención de numerosas enfermedades y también para la mejora de nuestra calidad de vida. Sin embargo, estas actitudes preventivas también han llevado a excesos que dejan de ser saludables y en ocasiones se convierten en un problema para nuestra salud psíquica y física.
Por ejemplo: todos tenemos amigos y conocidos que se plantean el ejercicio físico no ya como una medida para mejorar su salud o para el logro de éxitos deportivos, sino como un reto de superación personal, muchos de ellos siguiendo la nueva corriente de pensamiento, promocionada entre otros por el atleta barcelonés Josef Ajram de “Where is the limit?” acerca de la superación personal.
A pesar de ser, en mi opinión, una buena filosofía de vida, puede llegar a ser peligrosa si el mensaje no se entiende como debiera. Todos tenemos límites, somos humanos y lamentablemente tenemos límites que no podemos superar por mucho que nos esforcemos y por mucho que entrenemos.
En la actualidad ya hay muchos estudios que alertan de los posibles peligros para nuestra salud de realizar ejercicio físico por encima de nuestras posibilidades o incluso por encima de unos niveles que muchos de los actuales corredores de maratón, triatletas, participantes de ironman o de “ultras” rebasan con regularidad.
¿Por qué esta nueva, en muchos casos obsesión por la superación personal en el terreno de nuestra condición física y no en el terreno de nuestros conocimientos, de nuestra calidad profesional, moral y humana? ¿Por qué nuestra sociedad valora cada día más aspectos físicos o económicos de la persona y cada vez menos los que nos hacen progresar como personas, como sociedad y como especie?
Tengo un amigo, que ha completado un Ironman, que cuando hablamos de este tema, de la razón por la que cada vez más gente comienza a correr maratones, ultras… y no precisamente en la segunda o tercera década de la vida, sino normalmente a partir de la cuarta, me decía que a partir de los treinta y cinco años o corres o te separas.
Suena a chiste y un poco lo es. Pero sí es cierto que la mayoría de nosotros vivimos presionados por tantas obligaciones, deberes y responsabilidades que lo que necesitamos y buscamos es desconectar y escapar a nuestro mundo de libertad. Y ese mundo con frecuencia es el deporte.
Soy un ferviente defensor del ejercicio físico como medio para aumentar nuestra salud física y psíquica, pero también lo soy de la moderación y del deporte realizado “con cabeza”, siendo muy conscientes de lo que es razonable y de lo que puede llegar a ser peligroso.
Tras esta reflexión os invito a leer un artículo muy interesante del 7 de abril del año pasado, publicado en EL PAÍS, sobre otro de los aspectos de este desmesurado afán por cuidarnos, más allá de lo razonable: la ortorexia