Ya conocemos, por estudios previos, los problemas derivados de la los malos hábitos alimenticios en la infancia. Previamente, en este blog, he expuesto los peligros de los refrescos azucarados y de comer sin la supervisión de adultos, como factores de riesgo cardiovascular.
Según un estudio presentado en el último congreso de la American Heart Association’s, los niños obesos tienen una afectación cardiaca significativa a edades tan precoces como los 8 años. Esta circunstancia aumenta el riesgo de padecer problemas cardiacos cuando sean adultos.
El estudio se realizo comparando las imágenes obtenidas mediante resonancia cardiaca de 40 niños de Kentucky entre 8 y 18 años. La mitad obesos y la otra mitad con un peso normal. Los niños obesos mostraban una masa cardiaca un 27% mayor y un grosor de las paredes del ventrículo izquierdo aumentada en un 12%. También se detectó que el 40% de los pacientes obesos presentaban disminución de la fuerza de contracción del ventrículo izquierdo, por lo que fueron considerados de alto riesgo.
No todos los niños obesos presentaban afectación cardiaca y aunque ninguno de los niños tenían síntomas, existía una gran preocupación de que pudieran presentar un problema cardiaco importante e incluso una muerte prematura en la edad adulta.
Aunque aparentemente estas alteraciones cardiacas pueden ser reversibles, no es posible descartar que, en algunos casos, el daño pueda llegar a ser permanente.
Todo esto refuerza el concepto de que la obesidad tiene un impacto negativo en el sistema cardiovascular y sorprende que el daño pueda llegar a producirse a edades tan tempranas. Además, la obesidad en los niños favorece el desarrollo de diabetes tipo 2, apnea del sueño y también de problemas óseos o articulares, asma, hipertensión, además de los conocidos problemas psicológicos y sociales.
Los padres, por tanto, tienen la responsabilidad de ayudar a sus hijos a mantener un peso adecuado. Deben de comprar alimentos saludables en lugar de comida rápida, bollería, zumos y batidos. También deberían limitar a sus hijos el tiempo de televisión, ordenador y videojuegos, animándoles a realizar actividades al aire libre.
De igual forma los colegios y corporaciones locales también deberían hacer su trabajo educando a los niños y a sus padres sobre los riesgo para la salud del sobrepeso y la obesidad.