Aunque este no es un tema específicamente cardiológico, sino mucho más global que afecta a diferentes órganos y sistemas, dada la gran cantidad de personas que los consumen, creo necesario escribir esta entrada explicando que es lo que se sabe, hoy en día, sobre la utilización de vitaminas y minerales suplementarios a la dieta.
Las vitaminas y minerales se utilizan, aún en la actualidad, de forma incorrecta. En muchos casos los pacientes se automedican con estos productos para obtener diferentes fines: desde aumentar el apetito y ganar peso, hasta disminuir un cansancio generalizado, pasando por mejorar el estado de ánimo en episodios de decaimiento o depresión.
Pero, en la inmensa mayoría de estudios clínicos, los suplementos de vitaminas y minerales no han demostrado beneficios para la prevención ni el tratamiento de enfermedades crónicas que no estén relacionadas con deficiencias nutricionales. De hecho, cuando se sobrepasan los límites recomendados de algunos de ellos (beta-carotenos, ácido fólico, vitamina E o selenio) pueden aparecen efectos perjudiciales, como por ejemplo un aumento de cáncer, ictus hemorrágico y de mortilidad.
Por lo tanto, aunque la utilización de estos suplementos no se recomienda para la población general, es cierto que en determinadas situaciones sí pueden estar recomendados:
- Embarazo: suplementos de ácido fólico y dietas con alto contenido de hierro o suplementos de hierro si existe anemia y bajo hierro o ferritina. La utilización de suplementos de vitamina D y de calcio para prevenir hipertensión y preeclampsia debe de confirmarse con nuevos estudios.
- Niños: a bebés que se alimentan exclusivamente o mayormente con lactancia materna se recomienda suplementos de hierro y de vitamina D. Para niños con una dieta balanceada no se aconseja utilizar suplementos nutricionales. Últimamente se han relacionado los ácidos grasos Omega-3 con la posibilidad de prevención del autismo y el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), aunque son necesarios estudios más extensos.
- Adultos de edad media y avanzada: algunos adultos mayores de 50 años pueden tener problemas para absorber vitamina B12, por lo que, junto a los portadores de una anemia perniciosa, pueden necesitar suplementos de esta vitamina. Dadas los recientes hallazgos de posibles problemas cardiovasculares y formación de cálculos renales asociados a la utilización de suplementos de calcio, sólo deben utilizarse posiblemente, junto con vitamina D, con vistas a mejorar la salud ósea en personas mayores de 65 años. La utilización de multivitaminas o multiminerales no se recomiendan para adultos sanos a pesar de que existe algún estudio que concluye que puede disminuir ligeramente la aparición de cáncer. Es necesario la realización de estudios mejor diseñados para confirmar estos hallazgos. De hecho, actualmente está en marcha un estudio que analiza el efectos de los suplementos de multivitaminas / multiminerales en la prevención del cáncer y de la enfermedad cardiovascular.
Como conclusión, debemos recomendar la utilización de una dieta equilibrada como fuente para la obtención de las vitaminas y minerales que necesitamos. Este tipo de nutrientes se absorben mejor cuando provienen de los alimentos y además se asocian con menores efectos adversos.