Desde hace ya algún tiempo son cada vez más los estudios que demuestran los riesgo de consumir refrescos azucarados.
Según un estudio publicado el 6 de octubre en un número especial de la prestigiosa revista médica the Journal of the American College of Cardiology, dedicado al la promoción de la salud, el consumo de bebidas azucaradas con sacarosa y fructosa se asocian a:
– un riesgo un 26% mayor de desarrollar diabetes tipo 2,
– un 35% más de riesgo de padecer un infarto de miocardio o muerte cardiovascular
– y un 16% mayor de padecer un ictus.
También, un reciente estudio publicado en la revista Heart el 2 de noviembre, revela la asociación del consumo de dos bebidas azucaradas al día con un aumento del 23% del riesgo de presentar una insuficiencia cardiaca.
Previamente, el foco de la alimentación cardiosaludable se había puesto en evitar el consumo de grasas. Hoy en día, cada vez está más claro que el impacto de los azúcares añadidos de la dieta en la salud cardiovascular puede ser mucho más profundo y perjudicial.
Las bebidas azucaradas suponen la mitad de todos los azúcares añadidos en la alimentación. La cantidad de azúcar de una lata de un refresco normal es equivalente a 9 cucharadas de café. El consumo de este tipo de bebidas supone entre 200 y 500 calorías diarias.
Ya hablamos de los peligros de los alimentos con un alto índice glucémico como el azúcar, el pan, la pasta y el maíz y su efecto perjudicial sobre el riesgo cardiovascular. En el caso del azúcar disuelto en líquido, este índice es el más alto posible.
La absorción rapidísima de la sacarosa (glucosa) en el medio líquido de los refrescos provoca picos muy elevados de insulina en sangre, lo que puede conducir al desarrollo de una diabetes tipo 2, que es un conocido factor de riesgo cardiovascular.
La fructosa actúa de forma diferente, produciendo triglicéridos y LDL colesterol (el colesterol malo) en el hígado. Por otra parte, el excesivo consumo de fructosa produce hígado graso, favorece la obesidad abdominal (otro factor de riesgo cardiovascular) y la hiperuricemia (aumento del ácido único en sangre) con un mayor riesgo de padecer gota.
En conclusión: las bebidas y refrescos azucarados con sacarosa o fructosa aumentan el riesgo cardiovascular, de padecer una insuficiencia cardiaca así como de presentar otros problemas de salud.