Es un saber popular que tener un episodio de gran enfado y agresividad puede provocar un infarto aguda de miocardio. De hecho, es frecuente ver películas en las que uno de los personajes tiene un infarto en una situación de este tipo. Seguro que también nos han contado que alguien tuvo un infarto al ver perder a su equipo de fútbol o al recibir una noticia desagradable. Si, todo el mundo lo sabe. Pero… ¿es cierto? ¿Está demostrado?
Hasta ahora, los cardiólogos no valoramos el grado de estrés de un paciente o su predisposición a padecer situaciones de enfado o agresividad como un factor de riesgo para padecer un infarto de miocardio. Os preguntaréis por qué. Cómo es posible que una cosa que es conocida por todo el mundo sea desconocida para los cardiólogos, que son los primeros que deberían de saberlo.
La contestación es que los cardiólogos, como el resto de médicos, somos científicos. Es decir; sólo tenemos en cuenta cosas que están adecuadamente estudiadas y que han sido comprobadas en varias ocasiones. Al contrario que medicinas alternativas que se basan en “si algo ha dado resultado a alguien es que es útil”, nuestra medicina es una ciencia que trata de desterrar mitos, leyendas urbanas, técnicas de curación no contrastadas, efectos placebo y tratamientos imposibles o incluso peligrosos.
Por esta razón, en ocasiones no vemos una realidad aunque la tengamos delante de los ojos y sea evidente para muchas otras personas. En el caso que nos ocupa, no tenemos en cuenta el estrés o episodios de enfado como factor de riesgo, simplemente porque no existen estudios serios que lo comprueben…, hasta ahora.
Un metanálisis (revisión de varios estudios) publicado en el European Heart Journal hace ahora 1 año, demuestra que existe un riesgo aumentado de eventos cardiovasculares (infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y arritmias cardiacas graves) inmediatamente después de un enfado importante.
Otro estudio publicado este pasado mes de enero en el Eur Heart J Acute Cardiovasc Care concluye que existe una evidencia pequeña, pero creciente, de que episodios de emociones intensas pueden desencadenar un infarto de miocardio. También se recomienda prestar mayor atención a los estímulos emocionales que pueden conducir a un infarto, ya que también se asocian a una mala salud mental a largo plazo.
Según los autores, “aunque que el riesgo absoluto de que un cuadro de enfado provoque un infarto es bajo, el riesgo existe y es real”. Una medida preventiva puede consistir en realizar un entrenamiento para reducir el estrés. De esta forma podremos limitar nuestra respuesta de enfado y ansiedad ante una situación determinada. En pacientes de alto riesgo, también se debería evitar actividades que produjeran reacciones emocionales intensas y considerar medicación ansiolítica antes de que ocurra un situación potencialmente desencadenante.
En conclusión: algo que para el saber popular es evidente, ahora ya es un hecho desde el punto de vista científico. Episodios de importante estrés emocional, enfado o agresividad pueden desencadenar un infarto agudo de miocardio u otro evento cardiovascular.