Pues, la verdad es una buena pregunta y que hoy por hoy no tiene aún una respuesta absolutamente unánime. Aún no conocemos con exactitud cual debería ser la presión arterial normal a partir de la cual tendría que ser tratada.
Hace algunas décadas se pensó que, como la tensión arterial aumentaba con la edad, se debían contemplar diferentes valores como normales y por lo tanto, las cifras de tensión a partir de las cuales debíamos de tratar serían diferentes según la edad de los pacientes.
Posteriormente se comprobó que, si bien la tensión arterial aumentaba con la edad, cuando esta sobrepasaba determinados límites, producía daños en el sistema cardiovascular del paciente. Por lo tanto se llegó al acuerdo de los niveles de tensión arterial a partir de los cuales los paciente debían ser tratados. Estos niveles, prácticamente aceptados de forma universal, fueron de 140/90 mmHg, siendo a partir de esas cifras cuando el paciente era considerado hipertenso.
Por otra parte, desde hace ya muchos años comenzó la preocupación de si disminuir la tensión arterial demasiado pudiera ser perjudicial para el paciente. A propósito de esto, algunos estudios parecieron evidenciar que si la tensión arterial disminuía excesivamente podrían aumentar los eventos cardiovasculares. Es lo que se denominó y aún hasta nuestros días persiste como el concepto de “curva en J”.
Recientemente, basándose en esta posibilidad, las sociedades de cardiología americana y europea decidieron aumentar las cifras de tensión a tratar a 150/90 en pacientes de más de 80 años e incluso en los de más de 60 años según los americanos.
Un nuevo e importante estudio (SPRINT), aún sin publicar, patrocinado por el NIH (National Heart, Lung and Blood Institute) americano, ha sido suspendido prematuramente, dada la importancia de las conclusiones para la práctica clínica. El estudio, que comenzó en el 2009 en Estados Unidos y Puerto Rico sobre 9.300 pacientes de 50 años y mayores concluye que disminuir la tensión arterial por debajo de 120 mmHg de máxima (sistólica), en los pacientes que además tienen otro factor de riesgo cardiovascular, reduce al menos en un tercio los eventos cardiovasculares como el infarto de miocardio, la insuficiencia cardiaca y el ictus. También disminuye al menos un cuarto el riesgo de muerte, si lo comparamos con mantener la presión en niveles más altos (140 mmHg), que son los actualmente recomendados.
Conclusión: a raíz de este importante estudio y esperando sus conclusiones definitivas, las guías de práctica clínica deberán plantearse modificar los valores objetivo a tratar de la tensión arterial y por lo tanto la misma definición de hipertensión arterial.