La fibrilación auricular es la arritmia cardiaca más frecuente después la extrasistolia.
Consiste en la perdida de la regularidad del ritmo cardiaco, pudiéndose producir frecuencias cardiacas muy elevadas.
Los síntomas que más frecuentemente produce son palpitaciones y falta de respiración.
Se trata de una arritmia con importantes consecuencias si no se trata ya que es la primera causa prevenible de accidentes cerebrovasculares (ictus). Su incidencia aumenta con la edad y por esta razón es cada vez más frecuente en nuestra sociedad. En la actualidad hay más de un millón de pacientes en nuestro país con esta arritmias, de los cuales más de 90.000 sin diagnosticar.
La prevalencia total de esta arritmia en nuestro país para sujetos de más de 40 años es del 4,4%, aumentando progresivamente a partir de los 60 años y alcanzando una incidencia del 18% en la población de más de 80 años.
Existen dos pilares básicos para el tratamiento de este tipo de arritmia:
- Control de la arritmia, ya sea revirtiendo la arritmia e intentando recuperar el ritmo normal o controlando la elevada frecuencia cardiaca que suele producir la arritmia.
- Prevenir la aparición de accidentes cerebrovasculares, evitando la formación de trombos en la aurícula izquierda que pudieran desprenderse y alojarse en otra parte del cuerpo, fundamentalmente en el cerebro.
Estos dos son tratamientos farmacológicos que emplean fármacos antiarrítmicos y anticoagulantes.
Según el estudio LEGACY, realizado durante 5 años y publicado en el Journal Of The American College Of Cardiology en mayo del 2015, la pérdida sostenida de peso se asocia a una significativa reducción en la aparición de fibrilación auricular.
En el estudio se incluyeron 355 paciente con fibrilación auricular y un índice de mas corporal de 27 o superior. A todos los pacientes se les descartó la existencia de apnea del sueño y se les recomendó la pérdida de peso, el control de la hipertensión y de la glucosa, dejar de fumar y reducir la ingesta de alcohol.
Se comprobó que los pacientes que conseguían perder peso y mantenerse con una pérdida superior al 10% de peso previo eran los que más se mantenían con un ritmo cardiaco normal. Por el contrario los pacientes que presentaban grandes fluctuaciones en su peso (variaciones mayores de 5%) son los que más posibilidad tenían de presentar la arritmia.
También se demostró una mejora de la estructura del corazón mediante el estudio ecocardiográfico (disminución del tamaño de la aurícula izda y de la masa ventricular izda.) en los pacientes que perdían peso de forma mantenida.
De hecho, hasta el 46% de los pacientes obesos o con sobrepeso que padecieron episodios de fibrilación auricular y lograron perder más de un 10% de peso, no volvieron a desarrollar la arritmia durante la duración del estudio.
En conclusión: en pacientes con episodios de fibrilación auricular y con sobrepeso, la pérdida sostenida de peso es un tratamiento eficaz a largo plazo para prevenir la aparición de la arritmia.