Bueno, pues como veis, soy pesado hasta la saciedad con mis post dedicados a la prevención de la enfermedad cardiovascular. Pienso aportaros toda la información relevante al respecto, ya que casi todos los médicos estamos de acuerdo que es mucho más eficaz y aporta mejores resultados prevenir una enfermedad que curarla. Esto es mucho más cierto si se trata de una enfermedad silente; es decir, que no da ningún síntoma hasta que algo (habitualmente grave) ocurre. Es el caso de la enfermedad cardiovascular. Durante años se van dañando las paredes de nuestras arterias sin que nosotros notemos ningún síntoma. Hasta que llega al punto que esa arteria está tan estrecha o incluso ocluida totalmente. Momento en el que aparecen todos los síntomas.
Frecuentemente tengo problemas para que mis pacientes acepten el tratamiento que les propongo para bajar los niveles de colesterol. Es difícil convencerles de que tienen que tomar diariamente una pastilla para prevenir algo que ellos no notan.
¿Pensáis que cuando esas paredes arteriales están muy dañadas es posible recuperarlas totalmente? No, hoy por hoy no lo es. Podemos abrir los puntos en los que las arterias están muy estrechas. Pero lo que que hacemos en realidad es poner parches, ya que la enfermedad afecta a todo nuestro sistema arterial y como comprenderéis es imposible dilatar todas las estreches arteriales que puedan existir. De hecho, muchas veces toda la arteria está más o menos estrecha en su conjunto.
Pues…, toda esta introducción para contaros que el LDL colesterol es el principal factor de riesgo que produce ese estrechamiento de las arterias. También sé que la mayoría estáis un poco hartos de que los médicos que nos dedicamos a la prevención estemos cada vez bajando más los límites que consideramos saludables, tanto de la tensión arterial como del colesterol.
Según las guías actualmente vigentes, los objetivos para el LDL colesterol son menores de 115 en la población de bajo o moderado riesgo, menores de 100 en la población de alto riesgo e inferiores a 70 en la de muy alto riesgo… pero ¡todo sigue cambiando!
Como ya os conté, siguen apareciendo estudios que demuestran que cuanto más bajo están nuestros niveles de LDL colesterol, tenemos menor riesgo de presentar un problema cardiovascular y además sin tener efectos secundarios ligados a esas cifras tan bajas de colesterol.
Un nuevo estudio español; el estudio PESA (Progression of Early Subclinical Atherosclerosis) evidencia aparición de aterosclerosis a partir de niveles tan bajos de colesterol LDL como de 50-60 mg/dl. Conforme los niveles de LDL-colesterol van aumentando hay un incremento lineal significativo de la prevalencia de aterosclerosis, desde un 11% en el tramos de 60 a 70 mg/dl hasta 64% en el tramo desde 150 a 160 mg/dl.
Este estudio se realizó en un población teóricamente exenta de factores de riesgo coronario, según cómo los definimos en la actualidad y se descubrió que un 30% de esta población tenía aterosclerosis en múltiples localizaciones arteriales. Se demostró que cuando existía un óptimo control de los factores de riesgo, el desarrollo de aterosclerosis estaba muy relacionado con dos factores no modificables (edad y sexo masculino) y otro que sí lo era (colesterol-LDL).
Estos niveles de entre 50 y 60 mg/dl no sólo se corresponderían con los que el colesterol no produce aterosclerosis, sino también con los niveles en los que se puede conseguir cierta regresión de la aterosclerosis ya producida.
Como ya expliqué en una entrada previa, tenemos a nuestra disposición tratamientos que nos permiten alcanzar estos niveles tan bajos de LDL colesterol. Ahora la pregunta es: ¿A quien tenemos recomendar tratamientos para conseguir estos niveles de LDL? ¿Por qué no hacerlo a toda la población, independientemente de su nivel de riesgo?
Parece claro que debemos tratar de identificar otros factores que nos indiquen qué segmento de la población es más proclive a desarrollar aterosclerosis incluso con esos niveles tan bajos de LDL-colesterol, para así poder dirigir el tratamiento hacia ellos. De otra forma, actualmente la inmensa mayoría de la población necesitaría ese tipo de tratamiento a partir de una temprana edad.