Bueno, pues es una buena pregunta, que yo también me haría de no dedicarme a esto. ¿Son realmente necesarias las revisiones médicas cuando te encuentras bien?
No me entendáis mal. Con este post no pretendo promocionar mi consulta ni la del resto de mis compañeros. Aunque bien visto… si no fuera por nuestros pacientes ¿qué sería de nosotros, los médicos? Bueno,… probablemente nos dedicaríamos a otra cosa, en muchos casos a trabajos que implicaran, de alguna forma, un servicio a la comunidad… o pensándolo bien, si hay que elegir, ¿por qué no a un trabajo sin guardias, con pocas situaciones de estrés y sin demasiada responsabilidad? Ahora en serio, creo que la mayoría de los sanitarios tenemos esa necesidad de dar y quizá por eso elegimos un trabajo como este.
Y ahora… al grano!
¿Para qué ir al médico si me encuentro bien?¿Y si me detectan algo más y tengo que empezar a tomar pastillas para siempre?¿Y si resulta que tengo algo importante que no me van a poder curar, pero va a hacer que me amargue los últimos meses o años de mi vida?¿Y si me dicen que preciso una operación importante cuando yo no me siento mal?¿Y si me empiezan a marear con dietas, pastillas y demás?¿Y si…?
Todas estas preguntas y otras mas que en este momento no se me ocurren, se las plantean muchas personas antes de acudir al médico para un chequeo.
Pero, ¿son importantes las revisiones médicas?
Sí lo son. Sobre todo, cuando están indicadas.
Hay enfermedades en las que la prevención o “cogerlas a tiempo” es esencial. Por ejemplo, cuando hablamos del cáncer de pulmón, colon, próstata, mama, útero y ovario. En estos tipos de cáncer es necesario hacer las revisiones preventivas en los pacientes de mayor probabilidad de padecerlos. Para establecer ese riesgo se tiene en cuenta diversos factores como la edad, el sexo (hablo de varón o mujer, no penséis otra cosa), tipo de trabajo, antecedentes familiares, factores predisponentes, tóxicos (alcohol, tabaco, drogas)…
Desde el punto de vista cardiovascular, la prevención es especialmente importante y siempre ha de hacerse cuando nos encontramos bien. Es decir; antes de que la enfermedad haya progresado tanto que ya no podamos curarla, sólo poner parches parciales.
La enfermedad cardiovascular se manifiesta debido a un proceso de envejecimiento de nuestras arterias. Lo que llamamos ateroesclerosis. Nuestras “tuberías” que llevan la sangre, se van estrechando, poco a poco, hasta que llega a un punto en el que no puede pasar suficiente cantidad para alimentar alguna parte de nuestro cuerpo. Los órganos más sensibles a esta falta de riego son el cerebro, el corazón y los riñones.
Entonces, si la aterosclerosis es un proceso normal de envejecimiento, ¿cómo podríamos prevenirla?¿Está ya disponible la pastilla que quita de golpe 30 años? ¿Están, al menos, trabajando en ella?
No, me temo que de momento ese no es el camino, aunque quien sabe lo que pasará en el futuro. Pero en la actualidad, sólo podemos intentar que ese proceso de envejecimiento se ralentice lo máximo posible. Para ello, debemos saber cómo están ciertos parámetros de nuestra salud, que si no los chequeamos no podemos conocerlos, ya que aunque estén mal no eres capaz de sentirlo.
Por ejemplo, la hipertensión, la diabetes y la hipercolesterolemia no suelen dar síntomas apreciables y es por lo tanto imprescindible su valoración periódica, para prevenir futuros problemas que pueden llegar a ser devastadores (como la insuficiencia renal, el ictus o el infarto de miocardio).
También es importante la realización de un estudio cardiológico si se planea hacer un programa de entrenamiento físico o se realizan deportes de competición.
Por lo tanto, SÍ, debo aconsejaros que vayáis al médico aunque os encontréis bien. Desde hace ya mucho tiempo que se sabe que el mejor tratamiento para una enfermedad es no llegar a tenerla. Es decir; ser capaz de prevenirla.
Y ahora, me pongo a esperar en la puerta de la consulta y sin moverme, las riadas de pacientes a punto de venir para hacerse una revisión…
Hasta pronto