¿Estamos predestinados a padecer del corazón si nuestros padres o familiares directos tuvieron enfermedades cardiacas?
La respuesta a esta pregunta no es fácil. Vamos a decir que sí, no siempre y a veces no.
Voy a intentar explicarlo. Existen dos tipos de enfermedades condicionadas por nuestro material genético: unas transmitidas por nuestros padres y otras a consecuencia de una mutación de nuestros propios genes.
Vamos a centrarnos exclusivamente en las transmitidas por nuestros padres o heredadas.
Existen enfermedades cardiacas como las miocardiopatías (enfermedades que afectan al músculo cardiaco y que supone un gran riesgo para deportistas) que se heredan de nuestros padres y no podemos hacer nada que cambie el riesgo de padecerla. Otros ejemplos de este tipo de herencia son: alteraciones potencialmente letales del ritmo cardiaco (Síndrome de Brugada, del QT largo y del QT corto,…) y alteraciones de los vasos sanguíneos y de las válvulas (Síndrome de Marfan, Prolapso de la válvula mitral,…).
En cambio, existe otro tipo de enfermedades, en las que lo que heredas, es una probabilidad mayor o menor de padecerla, como es el caso de las alteraciones cardiovasculares.
La enfermedad cardiovascular es la que tiene, con mucho, una mayor prevalencia en nuestra sociedad. Se sabe que un paciente joven tiene una probabilidad mayor de padecerla si en su familia hubo casos similares, en jóvenes. Consideramos que existe más riesgo de tener un infarto de miocardio si nuestro padre lo tuvo antes de los 55 años o nuestra madre antes de los 65. Actualmente también se considera un riesgo aumentado, no sólo a tener antecedentes familiares de infarto, sino también de angina de pecho, enfermedad cerebrovascular e incluso de enfermedad arterial oclusiva de miembros inferiores.
Por otra parte, la mayor parte de factores de riesgo para desarrollar aterosclerosis, que es el origen de la enfermedad vascular, son también heredables en mayor o menor medida.
En el caso de la hipertensión arterial se han identificado varios genes que condicionan su transmisión a la descendencia y se ha demostrado una clara agregación familiar atribuible a la genética y no al entorno compartido.
Hace ya muchos años que se conoce el carácter familiar de algunos tipos de hipercolesterolemia (hipercolesterolemia familiar, Apo B defectuosa familiar,…). Los pacientes afectados suelen desarrollar alteraciones vasculares precoces si no son diagnosticados y tratados.
Finalmente, la Diabetes Mellitus tipo 2 también tiene un componente hereditario claro y afecta importantemente a todos territorios vasculares principales, destacando las arterias coronarias, cerebrales y periféricas (de los miembros).
En conclusión: Existen enfermedades cardiacas que son heredadas y no puedes hacer nada para prevenirlas, aunque sí para tratarlas. También existen otras que, a pesar de tener una mayor predisposición genética de padecerlas, sí podemos actuar para intentar prevenirlas.