Es la probabilidad que tiene una persona de padecer un problema relacionado con la obstrucción de las arterias del corazón o del cerebro en un plazo determinado de tiempo (normalmente 10 años).
¿Qué es lo que provoca esos problemas cardiovasculares?
La responsable es la aterosclerosis, que es el estrechamiento de nuestras arterias en diferentes zonas de nuestro organismo.
Esta enfermedad arterial puede dar lugar a la formación de un coágulo que obstruya el paso de sangre en una zona determinada, provocando la falta de riego sanguíneo a un órgano en concreto.
Si la arteria afectada lleva sangre al cerebro ocasionará lo que conocemos por accidente cerebrovascular o ictus. Si se trata una arteria coronaria que alimenta al músculo cardiaco, se producirá un infarto agudo de miocardio.
¿Qué influye en el riesgo?
Existen numerosos factores, unos modificables y otros no. Dentro de los modificables, algunos son de mayor importancia que otros.
- Factores no modificables:
- Sexo: los hombres tienen inicialmente mayor riesgo, hasta que las mujeres llegan a la la menopausia. A partir de entonces el riesgo se va equilibrando.
- Edad: cuanto mayores somos, más riesgo tenemos.
- Raza: según las razas existe mayor incidencia. Por ejemplo: los asiáticos tienen menos infartos y más ictus que los de raza blanca.
- Antecedentes familiares: existe una clara predisposición a padecer problemas cardiovasculares si nuestros familiares directos los han padecido a una temprana edad (familiares varones antes de los 55 años y mujeres antes de los 65).
- Factores modificables: podemos actuar sobre ellos para modificarlos y así disminuir el riesgo.
Los cuatro más importantes son:
- Hipertensión arterial: tener cifras elevadas de tensión arterial (mayor o igual a 140/90) produce aterosclerosis (estrechamientos de las arterias).
- Hipercolesterolemia: niveles elevados de colesterol LDL (“colesterol malo”) también acelera la aparición de la aterosclerosis.
- Diabetes Mellitus: produce una rápida progresión de la enfermedad arterial.
- Tabaquismo: el hábito de fumar aumenta claramente la arteriosclerosis y la probabilidad de padecer un evento cardiovascular.
Otros factores modificables son:
- Obesidad central: el sobrepeso y en mayor medida la obesidad aumentan el riesgo. Se ha demostrado que la obesidad más peligrosa es la abdominal; es decir, tener un perímetro abdominal mayor de 94 cm en varones y mayor de 80 cm en mujeres.
- Sedentarismo: la inactividad física aumenta el riesgo. Se recomienda hacer ejercicio físico aeróbico moderado, de forma regular.
- Estrés / depresión: se ha comprobado que el estrés y la depresión también aumentan la posibilidad de padecer un infarto. La personalidad tipo A (autoexigente, competitivo, ambicioso, centrado en el trabajo…) se ha asociado con un riesgo particularmente elevado.
- Consumo de drogas: la cocaína y sus derivados (crack) aumentan 24 veces el riesgo de padecer un infarto en la hora posterior a su consumo en individuos de bajo riesgo. También producen una aterosclerosis precoz.
El consumo de Cannabis aumenta 4.8 veces la posibilidad de padecer un infarto en la hora posterior a su consumo.
- Prevención de la gripe: se ha observado un aumento del número de muertes de origen cardiovascular durante las epidemias de gripe. También se ha demostrado que las campañas de vacunación son eficaces para disminuir dicha mortalidad.
- Higiene periodontal: cada vez existen más datos al respecto. Cepillarse los dientes al menos dos veces al día puede contribuir a prevenir problemas cardiovasculares al disminuir los casos de enfermedad periodontal.
¿Cómo se calcula el riesgo cardiovascular?
Existen diferentes fórmulas desarrolladas para el cálculo de dicho riesgo.
La primera y más importante fue la de Framingham.
Regicor ofrece un cálculo del riesgo, corregido para la población española.
La última de ellas ha sido desarrollada en el 2013 y es la más utilizada en Estados Unidos.
Se considera bajo riesgo cuando la probabilidad obtenida es menos del 5%. Riesgo moderado si está entre el 5 y el 7.5% y alto riesgo por encima del 7.5%.
¿Te atreves a calcular tu riesgo?
En conclusión: es posible modificar la mayoría de factores que influyen en el desarrollo de problemas cardiovasculares. No olvidemos que estos son la causa número uno de mortalidad en países desarrollados.
De hecho, seríamos capaces de disminuir en más de un 80% nuestro riesgo si aplicáramos correctamente las recomendaciones.