De todos es conocido que el alcohol a altas dosis provoca problemas importantes de salud, no sólo desde empunto de vista físico (miocardiopatías, cirrosis hepática, hipertensión…), sino también desde el punto de vista psíquico. Todos conocemos los importantes problemas sociales y personales derivados del alcoholismo.
A pesar de que, desde hace años, se conocen los efectos beneficios de bajas dosis de alcohol, la comunidad médica siempre se ha sido reticente a dar excesiva publicidad a esta realidad, ya que se podría promover el consumo de alcohol y provocar, sin quererlo, un consumo excesivo del mismo.
Hace ya varios años que se demostró que el consumo moderado de alcohol disminuía el desarrollo de enfermedad coronaria (infarto de miocardio, angina de pecho). Este beneficio se ha atribuido a la elevación, que el alcohol produce, en el HDL-colesterol (el “colesterol bueno”), a el aumento de la fibrinolisis (capacidad para disolver los coágulos), a la disminución de la agregación plaquetaria y de los factores de la coagulación (dificultad para la formación de trombos) y a la mejora de la función endotelial.
Un estudio de 2006 ya demuestra que el consumo ligero de alcohol (1 a 2 bebidas al día en las mujeres o de 2 a 4 diarias en el hombre) disminuía la mortalidad total en ambos sexos.
La insuficiencia cardiaca se produce cuando el corazón no puede impulsar la sangre a todo el cuerpo como debería de hacerlo. La causa más frecuente es por un daño del músculo cardiaco. Por ejemplo, por un infarto de miocardio. La existencia de enfermedades del músculo de corazón (miocardiopatías), la hipertensión arterial, las arritmias cardiacas, los problemas de las válvulas cardiacas, las infecciones víricas del corazón (miocarditis), los efectos secundarios de la radioterapia, el consumo de drogas y el consumo excesivo de alcohol son otras causas por las que se produce este fallo cardiaco. Esta enfermedad afecta a más de 23 millones de personas en el planeta.
Un estudio de enero de 2015 demuestra que si se beben hasta 7 bebidas de alcohol a la semana, durante la temprana-mediana edad, se tiene un menor riesgo de padecer una insuficiencia cardiaca en el futuro.
Además, al vino cada vez se le atribuyen más efectos beneficiosos, como son la prevención del deterioro de la memoria asociado con la edad, (asociado al resveratrol del vino), la reducción de la obesidad y del sobrepeso que se produce al envejecer (mediante la activación del gen SIRT1, que impide la formación de células de grasa y moviliza las existentes) e incluso la prevención de caries, gingivitis y dolor de garganta (ya que el vino dificulta en crecimiento del estreptococo en la boca).
En conclusión: A pesar de que el consumo excesivo de alcohol es indudablemente perjudicial para la salud, cada vez es más evidente que beber alcohol moderadamente aporta beneficios para nuestro corazón y alarga la supervivencia.