Ante todo, os deseo un muy feliz 2018 a todos.
En mi caso, dejo atrás un año de profundos cambios. Han desparecido de mi vida personas importantes y han aparecido otras que han sido decisivas para hacerme feliz. Unas nuevas y otras que ya estaban pero que en este año han adquirido otro sentido mucho más importante. También me siento cada vez más agradecido con la suerte de tener un trabajo como el que tengo y unos compañeros excepcionales. Mi consulta de cardiología y mi relación con mis pacientes me hace feliz, también. Nunca, hasta ahora, había experimentado la sensación opuesta al final del fin de semana. Me apetece que llegue el lunes y volver al trabajo. Disfruto mucho de él.
No sé si este año que entra será igual, mejor o peor, pero estoy impaciente por vivirlo intensamente.
Os deseo lo mismo que yo quiero para mi. Vivid este año con intensidad. Aprovechad el tiempo y no lo viváis pensando en un futuro lejano. Intentad disfrutar del presente, porque el pasado ya no existe y el futuro nadie lo asegura, por muchos planes que hagamos ahora.
No sabía que post escribir para el inicio de este 2018. Al final me he decidido por este a raíz de un artículo que acabo de leer, publicado en Cardiovascular Endocrinology este pasado mes de diciembre.
En este artículo, los investigadores tratan de descubrir si signos del aspecto físico como son el encanecimiento prematuro del cabello, la calvicie y el adelgazamiento del cabello predicen un aumento del riesgo cardiovascular en una población menor de 40 años, de la India occidental.
Tras el estudio de 1380 varones, concluyeron que el riesgo mayor se daba entre los sujetos con calvicie y encanecimiento prematuro, en los que aumentaba más de 5 veces sobre el grupo control. Le seguían la obesidad, con más de 4 veces más de riesgo y el adelgazamiento del cabello con más de 3 veces.
Los autores aseguran que estos marcadores cutáneos se asocian, de forma independiente de otros factores de riesgo más conocidos, con la aparición de cardiopatía isquémica (infarto, angina de pecho). También proponen utilizar estos marcadores del aspecto físico como indicadores añadidos a los factores de riesgo clásicos, para valorar de forma más precisa el riesgo de pacientes jóvenes.
Desde hace ya tiempo es conocido que tener una apariencia de ser mayor que la edad cronológica confiere un riesgo cardiovascular más elevado. El encanecimiento prematuro y la calvicie contribuyen a dar ese aspecto de edad más avanzada.
Pero no sólo estos marcadores, sino también otros se asocian a un mayor riesgo cardiovascular. En este segundo grupo destacar la existencia de los xantomas tendinosos, xantelasmas, arco senil corneal y hendidura del lóbulo de la oreja, que también se asocian a un aumento del riesgo cardiovascular.
Por lo tanto, existen signos físicos que nos pueden alertar a que una persona tiene un riesgo cardiovascular aumentado. Estos signos, junto a los otros factores de riesgo clásicos, nos pueden ayudar a ver qué pacientes debemos tratar de forma más intensiva para mejorar su riesgo cardiovascular.