Todos hemos oído milagrosos alimentos y remedios que van a lograr controlar nuestro colesterol.
La fruta, algunas verduras, legumbres, cereales integrales, aceites vegetales, frutos secos, avena, la soja, cebada y el pescado azul pueden ser útiles en este sentido.
A otros más exóticos como el alpiste, la cebolla, el ajo y la canela también se les atribuyen propiedades hipocolesterolemiantes.
Muchos de los primeros se recomiendan en las dietas cardiosaludables y sería una buena opción incorporarlos a nuestras dietas porque aportan nutrientes de calidad y están exentos de compuestos dañinos para nuestra salud, como son las grasas TRANS.
Además, están libres de ácidos grasos saturados que, aunque no está del todo claro si son o no perjudiciales para nuestra salud, hoy por hoy la mayoría de sociedades científicas siguen recomendado su disminución en nuestras dietas.
De todos estos alimentos anteriormente mencionados, existe consenso en que los que contienen fitoesteroles o fitoestanoles sí son útiles para disminuir el colesterol en alrededor de un 10% porque dificultan la absorción del mismo proveniente de los alimentos que consumimos.
También los preparados lácteos o margarinas que tienen estas sustancias añadidas son útiles en este sentido.
Pero, ¿podemos evitar con estos alimentos el tomar pastillas contra el colesterol si nos las indica nuestro médico?
Pues la respuesta es NO, en la inmensa mayoría de los casos.
La mayor parte de nuestro colesterol plasmático no depende del colesterol que ingerimos con los alimentos. De ser así, no existirían vegetarianos con hipercolesterolemia. Y creedme si os digo que existen.
La mayor parte del colesterol que circula en nuestra sangre lo fabricamos nosotros mismos. Por lo tanto, la solución no es sólo impedir la entrada de colesterol en nuestro organismo sino, sobre todo, impedir su fabricación en nuestro hígado.
En ese paso actúan las conocidas y a veces denostadas estatinas. Impiden la fabricación de colesterol en nuestro hígado. Son, hasta la fecha, los fármacos más eficaces y utilizados para el tratamiento de la hipercolesterolemia. Han demostrado, sin lugar a duda, una disminución del riesgo de presentar eventos cardiovasculares y una disminución de la mortalidad por esta causa.
Recientemente, se ha comercializado un nuevo tratamiento para la hipercolesterolemia de muy alta potencia pero también de muy alto coste. Este nuevo grupo de fármacos son anticuerpos monoclonales humanos, conocidos como inhibidores del PCSK9. Su administración es subcutánea cada 15 días y el costo del tratamiento con alirocumab o evolocumab superan los 400€ mensuales.
Muchos pacientes son reacios a tomar pastillas para bajar el colesterol y prefieren remedios naturales. Pero, ¿cual es la razón para ello?
Algunos pacientes me dicen que prefieren no tomar “química”.
Si con “quimica” se refieren a no tomar el principio activo que es capaz de ejercer una determinada acción, deberían saber que algunos de esos principios activos se encuentran exactamente igual en los productos naturales. ¿Por qué tomarlo si está dentro de, pongamos el salmón, y no hacerlo si está aislado y concentrado en una pastilla?
Otros dicen que es por los efectos secundarios.
Claro, por supuesto que pueden presentar efectos secundarios. Y si ese es el caso, se deberá suspender el tratamiento y cambiarlo por otro que no los produzca. Los efectos secundarios son en la mayoría de ocasiones impredecibles y no puede conocerse de antemano si se van a producir o no, ni a qué paciente en concreto le pueden aparecer. Todo fármaco que tiene una acción puede presentar efectos secundarios. De hecho, deberíamos desconfiar de esos medicamentos que en el prospecto ponen: contraindicaciones ninguna; efectos secundarios ninguno. Porque, lo más probable es que no tengan ningún tipo de efecto, ni perjudicial ni beneficioso.
En conclusión: existen alimentos y complementos alimenticios que pueden ayudar a controlar el colesterol plasmático pero nunca deben de ser un sustituto al tratamiento farmacológico cuando está indicado.